Por qué NO al Quimbo
Después de escuchar atentamente a los partidarios y los críticos del proyecto de construcción de una represa hidroeléctrica en la zona del Quimbo; de los pros y los contras que ambos sectores han expuesto; de hacer un balance general entre sus posibles beneficios económicos y de desarrollo y sus posibles perjuicios sociales, económicos y ambientales, finitivamente estamos convencidos de que esa construcción será perjudicial para el futuro del Huila, para su desarrollo armónico, para el medio ambiente de todo el departamento.
Sabemos también que la construcción no se detendrá porque esa es una decisión dictatorial del gobierno central que sin tener en cuenta los conceptos e intereses regionales, la declaró de utilidad pública y apenas si se avino tardíamente a que se discutieran algunas compensaciones y mitigaciones en unas mesas de concertación citadas a última hora y en las que pocas oportunidades de exponer sus criterios y reclamos han tenido las comunidades afectadas, porque los políticos gobierrnistas partidarios suyos acusan de politiqueros –como si ellos no lo fueran también- a quienes no están de acuerdo con ellos.
Probablemente esa decisión política –y politiquera- que sólo favorece en el Huila los intereses de la multinacional propietaria del proyecto, se haya tomado porque el Quimbo forma parte de la red de hidroeléctricas necesaria a mediano plazo para la producción nacional de energía, pero no se han tenido en cuenta los intereses de un departamento cuyo futuro se compromete en un supuesto beneficio para el futuro del país, sin que se sepa qué compensaciones se le darán, acaso porque los daños que van a provocarse son de tal magnitud que no pueden compensarse suficientemente sin poner en riesgo su financiación y realización misma.
Seguramente, El Quimbo va a favorecer el desarrollo del país, pero no se ha demostrado si ese desarrollo será también para el Huila, donde no se tiene previsto, como para Antioquia con el proyecto Ituango, levantar ninguna industria que dé trabajo permanente a los huilenses (no sólo el temporal de su construcción), ni fomentar ninguna otra rama económica que nos dé un futuro desarrollo que nos compense el sacrificio que su construcción significa. ¿Por qué tiene el Huila que sacrificarse por el resto de Colombia, y por qué los antioqueños –o los de cualesquiera otras regiones- no lo hacen?
Porque no estamos contra El Quimbo “porque no”, como sí lo están por él sus partidarios, “porque sí”, y, por ejemplo, creemos en los beneficios que para Colombia y Antioquia trae el proyecto de Ituango, que no inundará tierras laborables ni capa vegetal vital como el Quimbo, y que traerá desarrollo económico para los pueblos aledaños, sin perjudicarlos. Y, además, con capital nacional y, más aún, antioqueño, en lo que también se distingue del Quimbo.
En el balance costo-beneficio social, el Quimbo es perjudicial porque serán más sus costos que sus beneficios y compensar adecuadamente aquellos hace inviable económicamente el proyecto.
Por eso, definitivamente, NO AL QUIMBO.
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